Ahora hablaremos de algunos horrores a través de la vida de un muchacho
de barrio perdido en aspiraciones de éxito vacío sin sentido. Damas y
caballeros, niños y niñas, pasen y vean,
el horror está servido.
Sabor a agua salada.
Pescadores en huelga de afeitado sobando una siesta de vino blanco.
Brasas sobre la arena, olor a sardinas.
Barcas en la noche oscura cazando inmaduros en la bahía.
Prohibido (x5)
Asesinando el poco tiempo que tienes para pensar, a todo volumen un
partido de futbol en la radio, ningún vecino ha roto un plato.
Niños que no van al colegio comprando cigarrillos sueltos en un kiosco
derretido por el Sol con una pegatina a medio arrancar que dice "Prohibida
la venta de tabaco a menores de 16".
Policías municipales dándose aires de importancia mientras hacen
preguntas imbéciles e inútiles en las inmediaciones del campo de fútbol del
palo.
Señoras adictas a la telenovela devoran cartuchos de pipas mientras
toman el fresco sentadas en la acera.
Y, atardece naranja infierno. Y en los vestuarios de la carpa
improvisada para la velada el Alubias se traga el humo del puro de su
entrenador que no cesa de repetir sus órdenes fanfarronas dejando sus manos
abiertas para que Alubias las golpee.
Apuestas sucias de dinero negro, cero derrotas como amateur, primer
combate profesional, y horarios especiales de feria en los autobuses nocturnos
harán volver a casa a horas especiales a jóvenes adolescentes embriagados de
estupidez actual.
Y el calor de un aplauso embustero, sale el Alubias enrobinado, con su
bata de leopardo o artificial, y sus pobres sueños de habitaciones de hoteles
caros. Chicas guapas esperándole, después del combate, buscando algo más, mucho
más que su autógrafo. Niños que no van al colegio imitándolo en las calles, el
hombre del bigote, o aliviando sus pesares.
En las paredes de su cerebro, un zumbido galopa sus anchas, rebotan
como pelotas las órdenes de su entrenador:
Utiliza el fierro que tienes escondido en el guante derecho.
Puntea con la izquierda.
No dejes de moverte.
El árbitro está comprado y las apuestas a favor.
No temas a los golpes bajos, todo está apañado.
Recuerda sal a dar espectáculo.
Castígale el hígado, que ese infeliz se caerá, se caerá en el quinto
asalto.
Castígale el hígado (x15)
Alubias. Alubias. Tu sueño roto, roto sin haber pedido una verdad
certera como la mentira de los aplausos.
Alubias, Alubias, la historia odia al hombre, el escribe horrores
varios en sus páginas.
Jóvenes adolescentes, viviendo su noche, su noche de feria. Buscando
algo, desesperadamente. Desesperadamente esperando el autobús de los sueños.
El hombre del bigote, sí, ese de allí enfrente, los tiene escondidos en
su chaqueta.
Y en los cimientos de una construcción cercana a la eternidad.
Seis líneas de muerte en bandejas inhóspitas de abstinencia,
recalentadas.
Niño, prohibido.
Caballo bueno, caballo malo.
Mira ahora, nadie te mira. Pides limosna junto a un gitano que toca su
trompeta de baba desafinada.
Tus guantes rojos colgados detrás de la puerta de la habitación que no
puedes pagarte.
Sal a dar espectáculo.
Aplauso embustero.
Prohibido, apuestas sucias.
Prohibido, niños que no van al colegio.
Castígale el hígado.
Caballo bueno, caballo malo.
¿Y tus sueños, Alubias? ¿Y tus sueños?
Odia al hombre (x4)