miércoles, 14 de enero de 2015

Alubias y sus sueños rotos

Ahora hablaremos de algunos horrores a través de la vida de un muchacho de barrio perdido en aspiraciones de éxito vacío sin sentido. Damas y caballeros, niños y  niñas, pasen y vean, el horror está servido.

Sabor a agua salada.
Pescadores en huelga de afeitado sobando una siesta de vino blanco.
Brasas sobre la arena, olor a sardinas.
Barcas en la noche oscura cazando inmaduros en la bahía.
Prohibido (x5)

Asesinando el poco tiempo que tienes para pensar, a todo volumen un partido de futbol en la radio, ningún vecino ha roto un plato.
Niños que no van al colegio comprando cigarrillos sueltos en un kiosco derretido por el Sol con una pegatina a medio arrancar que dice "Prohibida la venta de tabaco a menores de 16".

Policías municipales dándose aires de importancia mientras hacen preguntas imbéciles e inútiles en las inmediaciones del campo de fútbol del palo.

Señoras adictas a la telenovela devoran cartuchos de pipas mientras toman el fresco sentadas en la acera.
Y, atardece naranja infierno. Y en los vestuarios de la carpa improvisada para la velada el Alubias se traga el humo del puro de su entrenador que no cesa de repetir sus órdenes fanfarronas dejando sus manos abiertas para que Alubias las golpee.

Apuestas sucias de dinero negro, cero derrotas como amateur, primer combate profesional, y horarios especiales de feria en los autobuses nocturnos harán volver a casa a horas especiales a jóvenes adolescentes embriagados de estupidez actual.

Y el calor de un aplauso embustero, sale el Alubias enrobinado, con su bata de leopardo o artificial, y sus pobres sueños de habitaciones de hoteles caros. Chicas guapas esperándole, después del combate, buscando algo más, mucho más que su autógrafo. Niños que no van al colegio imitándolo en las calles, el hombre del bigote, o aliviando sus pesares.

En las paredes de su cerebro, un zumbido galopa sus anchas, rebotan como pelotas las órdenes de su entrenador:
Utiliza el fierro que tienes escondido en el guante derecho.
Puntea con la izquierda.
No dejes de moverte.
El árbitro está comprado y las apuestas a favor.
No temas a los golpes bajos, todo está apañado.
Recuerda sal a dar espectáculo.
Castígale el hígado, que ese infeliz se caerá, se caerá en el quinto asalto.
Castígale el hígado (x15)

Alubias. Alubias. Tu sueño roto, roto sin haber pedido una verdad certera como la mentira de los aplausos.
Alubias, Alubias, la historia odia al hombre, el escribe horrores varios en sus páginas.

Jóvenes adolescentes, viviendo su noche, su noche de feria. Buscando algo, desesperadamente. Desesperadamente esperando el autobús de los sueños.
El hombre del bigote, sí, ese de allí enfrente, los tiene escondidos en su chaqueta.
Y en los cimientos de una construcción cercana a la eternidad.
Seis líneas de muerte en bandejas inhóspitas de abstinencia, recalentadas.
Niño, prohibido.
Caballo bueno, caballo malo.

Mira ahora, nadie te mira. Pides limosna junto a un gitano que toca su trompeta de baba desafinada.
Tus guantes rojos colgados detrás de la puerta de la habitación que no puedes pagarte.
Sal a dar espectáculo.
Aplauso embustero.
Prohibido, apuestas sucias.
Prohibido, niños que no van al colegio.
Castígale el hígado.
Caballo bueno, caballo malo.
¿Y tus sueños, Alubias? ¿Y tus sueños?

Odia al hombre (x4)

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