viernes, 30 de agosto de 2013

Lucífora


En el momento que cruzamos la mirada sabía que nos habíamos enamorado. Amor de saludo de mano, amor de espacio, amor de tacto, amor de presentación, amor de filas para pagar el estacionamiento. 

Amor de extraños. 

Amor que evolucionaría a amor de tragos, amor de compartir cigarros, amor de encendedor, amor de contar historias de fotografías, amor de intercambiar sonrisas a través de la mesa mientras los amigos se saludan y presentan, amor de pensar en ti estando a un lugar de distancia. 

Amor de "me recuerdas tanto a ella".

No se quedaría así. Fue un amor de silencio incómodo, amor de susurrar una canción al unísono, amor de recorrer con la mirada paisajes que adornan los marcos de las ventanas del auto, amor de verte marchar cuando cada parte de mí quería que te quedaras, amor de sueño mientras se aparenta estar dormido. 

Amor de querer abrazarte y no poder.

Y , como todo amor, el nuestro tendría una terrible conclusión. Terminaría en amor de alcohol, amor de tomar el brazo del otro, amor de separación, amor de culpa, amor de miradas incómodas, en amor de despertar juntos en habitaciones separadas, amor de levantarse con la sensación de que ya no era lo mismo, amor de no poder dejar de verte. 

Amor de silencio. 

Sabíamos que todo había terminado, pero seguíamos juntos por costumbre. Amor de incomodidad al querer decir las cosas y no poder, amor de soledad, amor de seguir bebiendo, amor de me gusta tu vestido, amor de sangre, amor de no poder irse, amor de querer irse, amor de tener que irse, amor de saber que el amor que dabas no meritaba el amor que recibías. 

Amor de no poder decirte que lo que sentimos es amor.

Amor de no despedirse, amor de abordar para no volver, amor de saber que sigues ahí. Amor de repetir incansablemente la palabra amor para convencerme de que lo que sentimos no fue amor, aunque todo demuestre lo contrario.

Amor de tu nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario