miércoles, 23 de enero de 2013

Umbrales y ventanas

Qué estoy haciendo aquí? Me están esperando abajo en el carro y me escabullo por el viejo marco de una ventana de un departamento abandonado. Y por qué? Por ti. Es Navidad y me estoy ensuciando la camisa que escogí para la cena, el tiempo está en mi contra y esto me da mala espina, me llega el pensamiento de la molestia que le estoy causando al señor del sombrero al dejarme entrar a su hogar para acceder al edificio abandonado contiguo. Cómo llegaste aquí? Por qué me estoy tomando esta molestia? Por qué me ofrecí a esta encomienda? Es inútil intentar encontrar una respuesta para cada pregunta, porque si te lo explicara no lo entenderías, estás aquí por capricho. Todo está desolado aquí, creo verte entre todas estas cajas de archivos en este almacén de papeles apilados y olvidados por los dueños, pero te pierdo de vista y tengo que apresurarme a revisar las habitaciones restantes, sigo viendo el reloj. Nos esperan en casa y estoy infringiendo derechos de propiedad ajena, reviso oficinas cubiertas por olvido, recuerdos y ligeras capas de polvo, no logro encontrarte. Tampoco estás debajo del escritorio, me empiezo a desesperar, pero de alguna forma esta aventura improvisada me emociona. Recorrí el lugar de pies a cabeza y no te localizo, y pese a toda situación me hubiera empeñado a utilizar el tiempo que fuera necesario en ubicarte. Ante anuncios de que debo de regresar para no seguir causando molestia, retorno abatido a la habitación con el umbral por el que accedí, y ahí estabas, escondida. Nunca saliste de la habitación, asustada y clamando ser rescatada. No obstante, juguetona como siempre, me diste trabajo para poder tomarte entre mis brazos, pero todo fue bien recompensado, tu ronroneo siempre fue mi mejor regalo.

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