domingo, 17 de junio de 2012

Cartas escondidas bajo la cama

La intención general de un texto es ser leído, pero su redacción es subjetiva, ya que conscientemente o no es una relación proyectiva entre nuestra vida y la grafología. Todos tenemos una influencia para escribir, todo lo que percibimos afecta directamente cada palabra que formamos. La entonación, pronunciación e incluso la inversión de las ideas son producto generado por el exterior. De esta forma, solo deseo confirmar que, aunque escribo para todos, estoy esperando llegar a ti, como cartas escondidas bajo tu cama, con la esperanza de que algún día leas todo esto y sepas todo lo que te desprecio por ser un receptor indirecto potencial (y en general, todo lo que te desprecio como persona), y aun más, por la tentativa de tenerme esperando un mensaje que no deseo recibir jamás.

Te gustaría que algún desconocido leyera una carta que solo es para ti? No. Nunca sabrás con exactitud si esto es para ti, porque ignoro en qué momento alguien se topará con este texto y pensará que el mensaje es de su pertenencia, cuando podría o no ser así (el gato en la caja).

Cada día instantáneo anterior, cada noche atenuante, es un mensaje subliminal sobre cómo deseo llegar hacia ti, pero celebro pasión de la rabia y me bloqueo con el pensar de tu sufrir, ese dolor que es mío porque no te acontece. Es peor esconder cartas a la vista de todos o palabras en besos indescifrables? Saber que escribí para ti es tan desgastante como haberte dicho con mordidas o miradas todo lo que eras para mí y nunca lo hayas sabido interpretar. Te recibo con los brazos abiertos como símbolo de la victoria de la dualidad y lo corporal sobre la individualidad y lo espiritual, porque estos simbolismos inapropiados y escondidos son inútiles, porque para cuando coloque el punto al final recordaré que los muertos no saben leer.

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