En vista de que Ultimate Guitar rechazó, por razones que desconozco, mi chord sheet de Superstar, la dejo por aquí. Si les gustó, dejen un comentario, se puso bien latoso pasar de kanji a romaji.
Y, por si gustan, les dejo mis demás chords de Tokyo Jihen (que sí pasaron).
Kachi Ikusa
Koi Wa Maboroshi
Toumei Ningen
Artist: Tokyo Jihen/Tokyo incidents
Title: Superstar
Album: Adult
Year: 2006
Tuning: E
No Capo
Chords:
Em7/D
e --2--
B --3--
G --0--
D --2--
A --2--
E --0--
Asus4
e --0--
B --3--
G --2--
D --2--
A --0--
E --0--
Cadd9
e --0--
B --2--
G --0--
D --2--
A --3--
E --0--
Intro
N.H.
e|---<7>-------<7>------
B|------<7>-------<7>---
G|<7>------<7>-------<7>
D|----------------------
A|----------------------
E|----------------------
G D/F# Em7 Em7/D
"Mirai wa shirazu kao sa,
Cadd9 G Asus4
Jibun de tsukutte iku."
G D/F# Em7 Em7/D
Tabun anata wa sou iu to
Cadd9 G Asus4
Wakatte iru no ni
Cadd9 G
Honno chotto
Em7 D
Zawameita Asa ni
Cadd9 G D
Koe wo nakusu no
G Cadd9
Atashi wa anata no
A D
Tsuyoku hikaru
B Em7 D C
Manako omoidasu keredo
G C
Moshimo aeta toshite
A D
Yorokobe nai yo
B Em D C
Ka yowai kyou no watashi dewa
Cm
Kore dewa
Cm G D/F# CM7
Ima da
G C G/A
En da
G - D/F# - Em - Em7/D - C - G - A
G D/F# Em Em7/D
"Kotae wa mugendai sa,
C G Asus4
Jibun de tsukutte iku."
G D/F# Em Em7/D
Kare iku wa ga aikawarazu
C G Asus4
Jimen wo mamotte iru
C G Em7 D
Sonna daichi kette aruite wa
C G D
Koe wo sagasu no
G C
Atashi wa anata no
A D
Kodoku ni Tatsu
B Em C
Ishi wo omoidasu tabi ni
G C
Namida wo kotaete
A D
Furuete iru yo
B Em D C G/Em D/C G/D
Tsutanai kyou no watashi demo
C G/Em D/C G/D/D
G C A D
Ashita wa anata wo moyasu honoo ni
B Em D C
Muki au kokoro ga hoshii yo
G C A D
Moshimo aeta toki wa hokoreru you ni
B Em D C
TEREBI no naka no anata
Cm
Watashi no
G D/Am C/Bm Em D/C Cm
SUUPAASUTAA
Outro:
G - D - Am - C - Bm - Em - D - C - Cm x3
martes, 26 de noviembre de 2013
Tokyo Jihen - Superstar Chords
miércoles, 25 de septiembre de 2013
Mejor de mis palabras
Cuando por fin decidí animarme a decirle todas las razones por las que yo creía que podía ser posible que estuviera enamorado de ella, se limitó a detenerme colocando un dedo en mis labios y contéstame con un sencillo "mejor de mis palabras". En el momento solté una sonrisa, pero era una de esas sonrisas amargas que se sueltan cuando uno es derrotado, porque sus palabras eran contadas, mas no por eso menos importantes. Aparte de que, como todo buen hombre, no noté que esa razón había estado escondida en su cuerpo y sus actitudes, no tanto en verbos, sustantivos, o conjunciones.
Mi sonrisa fue respondida con una de ella, una sonrisa que, contrario a la mía, reflejaba una morbosidad malvada, una sonrisa que no hacía nada más que complementar su argumento. Tenía razón, nada de lo que pudiera ser importante lo era sí no existía un canal para llegar a mí, en este caso no se limitaba a su voz o sus letras, sino a cada forma de sus palabras. Su mirada era vacía sin significado, su mueca de inconformidad no reflejaba nada sin contexto, incluso la postura que tomaba cuando se inclinaba para verme y colocaba su brazo en la cintura carecía de significado sin algo implícito, sin sus palabras murmuradas o escondidas entre besos, era imposible enamorarme de ella.
Todas estas revelaciones llegaban a mí de golpe, más rápido de lo que podía procesarlas, lo que llevó a mi mano a mi frente en señal de estupefacción, porque todo éste tiempo había estado enamorado no de su perfecto cabello, con el que jugaba mientras me veía palidecer, sino que al fin pude comprender que lo mejor de ella eran sus palabra.
viernes, 30 de agosto de 2013
Lucífora
En el momento que cruzamos la mirada sabía que nos habíamos enamorado. Amor de saludo de mano, amor de espacio, amor de tacto, amor de presentación, amor de filas para pagar el estacionamiento.
Amor de extraños.
Amor que evolucionaría a amor de tragos, amor de compartir cigarros, amor de encendedor, amor de contar historias de fotografías, amor de intercambiar sonrisas a través de la mesa mientras los amigos se saludan y presentan, amor de pensar en ti estando a un lugar de distancia.
Amor de "me recuerdas tanto a ella".
No se quedaría así. Fue un amor de silencio incómodo, amor de susurrar una canción al unísono, amor de recorrer con la mirada paisajes que adornan los marcos de las ventanas del auto, amor de verte marchar cuando cada parte de mí quería que te quedaras, amor de sueño mientras se aparenta estar dormido.
Amor de querer abrazarte y no poder.
Y , como todo amor, el nuestro tendría una terrible conclusión. Terminaría en amor de alcohol, amor de tomar el brazo del otro, amor de separación, amor de culpa, amor de miradas incómodas, en amor de despertar juntos en habitaciones separadas, amor de levantarse con la sensación de que ya no era lo mismo, amor de no poder dejar de verte.
Amor de silencio.
Sabíamos que todo había terminado, pero seguíamos juntos por costumbre. Amor de incomodidad al querer decir las cosas y no poder, amor de soledad, amor de seguir bebiendo, amor de me gusta tu vestido, amor de sangre, amor de no poder irse, amor de querer irse, amor de tener que irse, amor de saber que el amor que dabas no meritaba el amor que recibías.
Amor de no poder decirte que lo que sentimos es amor.
Amor de no despedirse, amor de abordar para no volver, amor de saber que sigues ahí. Amor de repetir incansablemente la palabra amor para convencerme de que lo que sentimos no fue amor, aunque todo demuestre lo contrario.
Amor de tu nombre.
lunes, 10 de junio de 2013
What you know [Quello che tu sai]
Para no perder la costumbre con el italiano, ahora que he terminado los 12 niveles, he decidido dedicarme a traducir, por lo menos, una canción de español/inglés a italiano con la ayuda mínima del traductor. La idea? Generar vocabulario, practicar estructura para no hacerme pelotas con el français y, lo más importante, aprenderme lyrics. Empiezo con la que más reproducciones tengo en el iTunes, en teoría es "Acid Rain" de Liquid Tension Experiment, pero... es instrumental. Ya para concluir, antes de la traducción, se aceptan sugerencias de canciones que quieran que traduzca, no es que les sea útil a ustedes (ni a mí, de hecho), pero con las sugerencias me siento obligado moralmente a traducir y eso es ímpetu para que no me gane la procrastinación. Ah! Y si están leyendo esto y saben italiano y ven algo raro o mal, no duden en comentar para corregirme. Sin más que agregar les dejo "What you know" de Two Door Cinema Club en italiano.
Cinema club delle due porte - Quello che tu sai
In poche settimane, avrò tempo
per rendermi conto che è giusto davanti dai miei occhi
Posso sopportarlo, se è quello che tu vuoi fare.
Me ne vado, questo comincia
a sentirsi come se fosse giusto davanti dai miei occhi
posso assaggiarlo, è un dolce inizio.
Posso dirti quello che tu vuoi,
tu non vuoi essere da sola.
Tu non vuoi essere da sola.
Posso dire giusto quello che tu sai,
ma, lo hai saputo tutto questo tempo.
Sì, lo hai saputo tutto il tempo
Forse l'anno prossimo non avrò tempo
per pensare su i domande da affrontare.
Sono io chi cerca di spegnere il fuoco?
Non vorrei testare a te
Io non sono il migliore che avresti potuto avere raggiunto.
Perché provare qualcosa?
Arriverò li, solo ricorda che io so.
Posso dirti quello che tu vuoi
Tu non vuoi essere da sola
Tu non vuoi essere da sola
Posso dire giusto quello che tu sai
Ma, lo hai saputo tutto questo tempo.
Sì, lo hai saputo tutto questo tempo.
viernes, 10 de mayo de 2013
屏風
El pretexto que nos hacía falta para cruzar caminos por primera vez era tan ornamentario que insultaba. La irregularidad era lo más irregular del asunto, era ese pensar nonato que está ahí sin saberlo, porque su sola ausencia era cotidiana, el estado límbico pensar-sentir estaba más presente que nunca.
Quién era quién? Quién sentía el momento y quién pensaba el beso? Tan incierto como el pretexto, la circunstancia era intangible, ninguno sabía por qué estaba ahí, por qué nos habíamos sonrojado o por qué estábamos rodeados de gente que no conocíamos. Yo no lo sabía, en ese entonces era tan inconsciente de las circunstancias como de las incircunstancias, del no acontecer; estaba más allá de mí saber que las fronteras que habías cruzado para estar aquí no existían, que tus gastos eran sólo un pretexto para sentir de nuevo tu rostro contra un torso en el que te pudieras sentir a gusto, eran para enfrentar a un completo desconocido por un cosquilleo inexplicable que te decía que tomaras el bus y cambiarás su vida tanto como la mía, porque, siendo la misma persona, el desconocido para ti cambió en la misma medida que mi yo-per-se, pero el extraño y yo nunca coincidimos.
Qué esperaba yo de ti? No lo sé, ese mismo cosquilleo me recorría la espina y me forzaba a elegirte a ti ante una persona de mayor valía para mí. Algo tan de ti se volvió tan de mí que el "nosotros" nunca existió, quizás eso fue lo que nos condenó, lo que cerró nuestros destinos cuando nos miramos sin decir nada por un instante, para luego partir a nuestros hogares que, sin saberlo, se convertirían en lugares ajenos a nosotros al momento de habitarlos.
domingo, 10 de marzo de 2013
Arribar
De las 10 formas existentes para llegar a mi destino, escogí la peor, a través de ti. A través de tus labios, de tus lunares incontables, esos que tanto detestas; a través de altos edificios azules que conducen a ventanales rotos en departamentos donde habitan fantasmas de gatos; a través de tantas palabras de amor vacías servidas con miel de maple.
El camino me conduce a través de besos en la frente, de abusivas miradas, de incontables noches de espejos quebrados que nos astillan los pies, de cariño que lacera nuestras manos que reniegan su desprendimiento, manos que sangran como si algo impeliera a cesar el pulso inequívoco.
Y, sobre todas las cosas, la distancia es tu nombre, que cada noche no puedo evitar repetir cuando conduzco sobre las líneas neón que titilan cuando alzo la mirada esperando arribar a mi destino.
miércoles, 23 de enero de 2013
Umbrales y ventanas
Qué estoy haciendo aquí? Me están esperando abajo en el carro y me escabullo por el viejo marco de una ventana de un departamento abandonado. Y por qué? Por ti. Es Navidad y me estoy ensuciando la camisa que escogí para la cena, el tiempo está en mi contra y esto me da mala espina, me llega el pensamiento de la molestia que le estoy causando al señor del sombrero al dejarme entrar a su hogar para acceder al edificio abandonado contiguo. Cómo llegaste aquí? Por qué me estoy tomando esta molestia? Por qué me ofrecí a esta encomienda? Es inútil intentar encontrar una respuesta para cada pregunta, porque si te lo explicara no lo entenderías, estás aquí por capricho. Todo está desolado aquí, creo verte entre todas estas cajas de archivos en este almacén de papeles apilados y olvidados por los dueños, pero te pierdo de vista y tengo que apresurarme a revisar las habitaciones restantes, sigo viendo el reloj. Nos esperan en casa y estoy infringiendo derechos de propiedad ajena, reviso oficinas cubiertas por olvido, recuerdos y ligeras capas de polvo, no logro encontrarte. Tampoco estás debajo del escritorio, me empiezo a desesperar, pero de alguna forma esta aventura improvisada me emociona. Recorrí el lugar de pies a cabeza y no te localizo, y pese a toda situación me hubiera empeñado a utilizar el tiempo que fuera necesario en ubicarte. Ante anuncios de que debo de regresar para no seguir causando molestia, retorno abatido a la habitación con el umbral por el que accedí, y ahí estabas, escondida. Nunca saliste de la habitación, asustada y clamando ser rescatada. No obstante, juguetona como siempre, me diste trabajo para poder tomarte entre mis brazos, pero todo fue bien recompensado, tu ronroneo siempre fue mi mejor regalo.
Porque te veo pero sé que no estás
La muerte es un estado simbólico, siendo la ausencia irreparable del ser, puede tomar un sin fin de significados y paridad en circunstancias. Si una persona estando viva jamás hace presencia en tu vida de nueva cuenta, está entonces, por definición conveniente, en calidad de muerto; si no se establece comunicación de ninguna clase y no hay existencia física presencial en los alrededores, viene siendo, en la práctica, como si estuviera muerto. Y por práctico que parezca, este punto de vista tiene una falla estructural: la resurrección.
Mientras que la palabra es un mito religioso y un término que acecha a los médicos, para nosotros, los que pensamos nuestra vida como seres ordinarios y fantásticos, representa una irritante posibilidad de inmiscusión. Dando a la persona por muerta y enterrada en viejos recuerdos, uno puede, por ejemplo, ser furtivamente acosado por la posibilidad de un reencuentro mientras se pasea lejos del hogar visitando bancas y puentes en la Argentina invernal, al sentir una mano tomar la tuya la mitad de una película de Bergman en una sala clandestina de cine en Bruselas o buscando petróleo en Machu Pichu.
Pero, gracias a la magia de la dualidad absoluta en todo estado y condición humana, existe la posibilidad de ver a alguien morir de pie, mientras continúa respirando y observándote, viéndola sabiendo que no está. Por ese motivo lo sé. Lo sé... sólo lo sé. Te veo y confirmo que pese a que estamos tomados de las manos frente a una iglesia, tú ya no estás aquí. Ante mi cita de las 5, tus ojos me dan a entender un significado más de la muerte, uno que jamás me hubiera gustado saber: la de perecer sin abandonar lo corpóreo. Sabía que esa sería la última vez que nos tomaríamos de la mano, que nos veríamos de la forma en que lo hacíamos, que cada uno tomaría su camino para adoptar calidad de muerto en la vida del otro. Y, sinceramente, espero que este estado mortuorio sea irreversible y no tengamos un embarazoso encuentro en alguna tienda de mascotas o en un cementerio, porque ambos sabemos que el otro no reaccionará como uno desea y tendremos un inefable pesar, que probablemente, no lo sé, tendrá que ver con que nos volveremos a sentir vivos y ansiosos de romper con la calidad ajena de muerto en vida, porque no te veo pero sé que estás.
Mientras que la palabra es un mito religioso y un término que acecha a los médicos, para nosotros, los que pensamos nuestra vida como seres ordinarios y fantásticos, representa una irritante posibilidad de inmiscusión. Dando a la persona por muerta y enterrada en viejos recuerdos, uno puede, por ejemplo, ser furtivamente acosado por la posibilidad de un reencuentro mientras se pasea lejos del hogar visitando bancas y puentes en la Argentina invernal, al sentir una mano tomar la tuya la mitad de una película de Bergman en una sala clandestina de cine en Bruselas o buscando petróleo en Machu Pichu.
Pero, gracias a la magia de la dualidad absoluta en todo estado y condición humana, existe la posibilidad de ver a alguien morir de pie, mientras continúa respirando y observándote, viéndola sabiendo que no está. Por ese motivo lo sé. Lo sé... sólo lo sé. Te veo y confirmo que pese a que estamos tomados de las manos frente a una iglesia, tú ya no estás aquí. Ante mi cita de las 5, tus ojos me dan a entender un significado más de la muerte, uno que jamás me hubiera gustado saber: la de perecer sin abandonar lo corpóreo. Sabía que esa sería la última vez que nos tomaríamos de la mano, que nos veríamos de la forma en que lo hacíamos, que cada uno tomaría su camino para adoptar calidad de muerto en la vida del otro. Y, sinceramente, espero que este estado mortuorio sea irreversible y no tengamos un embarazoso encuentro en alguna tienda de mascotas o en un cementerio, porque ambos sabemos que el otro no reaccionará como uno desea y tendremos un inefable pesar, que probablemente, no lo sé, tendrá que ver con que nos volveremos a sentir vivos y ansiosos de romper con la calidad ajena de muerto en vida, porque no te veo pero sé que estás.
martes, 22 de enero de 2013
Canción de Hotel
Miodesopsia en
mis ojos.
Despertar en
un cuarto de hotel.
Cigarrillos y
mentiras.
Yo soy un
niño, es demasiado pronto.
Era la primera vez que veía
llover así, y por alguna razón estaba asustado. No por el chubasco, o porque
estaba en el umbral de un hotel en el que no estaba hospedado, o porque me
esperaban con la preocupación de que llegara con seguridad a casa, o por el ruido
que causaba el granizo chocar violentamente contra la puerta de vidrio junto a
la que intentaba ver el exterior del lugar. Era suicidio salir, pero era aún
más descabellada la idea de seguir ahí parado, estático. ¿Qué es lo que había
pasado? ¿Qué era eso que sentía? Y más importante, ¿Por qué estaba asustado?
Quería subir corriendo los 3 pisos que recién había descendido, quería
revisitar los corredores que se volvían más estrechos conforme avanzaba, quería
oír el crujir de la madera vieja y húmeda del piso contra la suela de mis
zapatos, quería rozar con la punta de mis dedos la pierda fría de las paredes
mientras me dirigía a la puerta que albergaba mi deseo irracional de seguir
sintiendo ese temor en mi pecho. Con cada gota que caía se incrementaban mis
ganas de ver la cruz de madera que colgaba en la pared de la habitación, de
sentir ese clima casi helado pero tan bello que era causado por la falta de
iluminación y lo pequeño del cuarto. Y sin embargo, nada de eso importaba,
todos esos detalles y la localización exacta de la habitación en el laberinto
del viejo hostal eran irrelevantes contra lo que me llenaba con esas
imperativas ganas de volver: ella. Se volvió razón para amar a la disparidad de
las posadas que visitamos, se convirtió en motivo para correr agarrados de la
mano cuando salíamos del elevador, significó la calma de dormir en una cama que
era ajena para los dos. Esa imagen mental vislumbraba mientras la niebla
reptaba por la acera de la calle que daba a la entrada del hotel, una cama a la que no fui capaz de retornar ese día, no porque tuviera la necesidad, sino
porque de nada servía estar esperando a que terminara una de las peores tormentas
que había visto la ciudad. Sabía que tomaría horas, horas que quería pasar con
ella, minutos en los que sólo quería verla sonreír mientras estábamos acostados
ignorando por completo la comedia romántica que daban por la tv, segundos en
los que buscaría decirle de mil formas todo lo que significaba para mí.
Y por alguna razón que
desconozco, todo ese pensar ocupó mi tiempo mientras esperaba sentado en el
lobby. Esperando y esperando, revisando la hora incesantemente como era mi
costumbre, una costumbre muy innecesaria, el tiempo no significaba nada sin
tener qué hacer, a dónde ir o sin estar con ella, siempre ha sido una forma de
reflejar mi ansiedad. Algo me hace suponer que yo esperaba a que ella bajara,
que buscaría la forma de que cruzáramos la mirada cuando el elevador se abriera
para correr a brazos del otro, no sé. Analicé cada posibilidad en vez de
materializar una sola de ellas, pero había un miedo que me bloqueaba, uno
superior al querer estar con ella y no poder. En ese momento no lo sabía, o no
había ninguna evidencia concreta, en esa época de nuestras vidas el dejarla
representaba no volverla a ver en semanas, o meses, por las divisiones
geográficas que de forma tan egoísta nos separaban. A causa de eso le tomé una
estima inimaginable a los hoteles y sus canciones de elevador, representaban mi
unión con ella, y, como todo en el amor, la dualidad de tener que
dejarla. La tormenta terminó y salí a tomar un taxi que me llevaría a casa,
sin saber que había olvidado en el cuarto los libros que había comprado y que
esa era la verdadera razón para regresar al 313 del Hotel del Portal.
viernes, 4 de enero de 2013
Cada segundo (es egoísmo puro)
El verdadero problema con los activadores de malos recuerdos es que la memoria es individualista, egoísta natural. Cuando asignamos una porción de recuerdo a alguien, estamos condenando al abismo inexorable a todos los demás, porque, como idiotas, nos resignamos a ese control individual y no hacemos nada por intentar atribuir a alguien más el estímulo del dolor. Una canción, por ejemplo, si al escucharla nos trae un recuerdo indeseable de una persona, por qué no repartimos la responsabilidad? Por qué la unilateralidad del recuerdo? Si delegáramos el sector dedicado la reacción sería diferente. Execremos al olvido por proxy a todo lo que no merece permanecer.
jueves, 3 de enero de 2013
Sentimental
7 años han pasado desde que recibí la primera postal que, por alguna razón que aún desconozco, arribó a mi domicilio y no a España, a donde se supone que tenía que llegar. La primera recitaba lo siguiente:
"Adivina qué! Recuerdas que la otra ocasión estaba triste? Ya sé por qué... Lo estuve pensando, y pensando, y pensando. Suena raro, prometes no reírte? Me da miedo el paso del tiempo. Cuando veo a las personas mayores me da nostalgia de tiempos que no viví, me urgen unas ganas de conocerlas cuando eran jóvenes, y eso me da un sentimiento inexplicable. Me recuerda esa canción de "Los Beatles", se llama "When I Am 64". Me gusta, pero a la vez me entristece."
Tentado por la curiosidad, respondí. Le hice pensar a la chica que las enviaba que sus mensajes habían sido exitosamente entregados, y que eran correspondidos. Suponía que era una chica porque estaba firmada como "Tu chica hippie". Cosa que me extrañó, considerando la época en la que nos encontrábamos. Sin pensarlo dos veces, repliqué:
"Precisamente hoy vi una película de alguien que le temía al tiempo y a su decoroso paso. Todos a nuestra edad le tememos, porque desconocemos qué clase de persona seremos cuando la arena termine de caer. Concéntrate en disfrutar en plenitud tu juventud, y no te preocupes, que estoy seguro que cada segundo será clemente contigo."
Siendo honesto, no esperaba una réplica. Pensé que había sido una coincidencia, infortunio iluminador. Sin embargo, tuve la dicha de recibir una segunda.
"Pese a todo lo que me has dicho, aún así me da tristeza. No me preocupo del todo porque suelo cuidarme, mi deseo es aparentar otra edad. Además de que tenemos la dicha de vivir en una época con los recursos para ser jóvenes por siempre. Si la memoria no te falla, un día, cuando era pequeña, te confesé que mi deseo era estudiar Biomedicina. Mi deseo sigue en pie. Imagínate! Quizás puedo aportar algo! De igual forma, quiero vivir el presente, pero vivo con miedo de hacer tonterías que afecten mi futuro. Por eso quiero que mi forma de mantenerme siempre joven sea vivir en recuerdos a través de ti."
Venía firmada con el nombre de "Liss".
Anexada a la postal (de un lugar que nunca reconocí) colgaba una hojita de papel (de un color que no recuerdo) en la que estaba escrito (con algún color pastel) el siguiente verso:
"You'll be older too,
and if you say the word I could stay with you."
Nunca volví a saber de ella, no me atreví a responder. No quise terminar con esa ilusión. Oso decir que, sin quererlo, cumplió su cometido. Siempre será el recuerdo invariable de una persona que nunca conocí. Una marca que nunca sabrá del paso del tiempo.
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